martes, 8 de noviembre de 2016

Tan bueno que era, por Mayra Sorondo (Puerto Rico).

Me hice las tetas porque mi novio con el que llevo veinte años- me dijo que me las levantara. Mi novio con el que llevo veinte años, dice, que no se quiere casar conmigo porque prefiere una relación sin compromisos. Cada vez que termino la relación, él me llora tanto -que le cojo pena y regreso con él. Siempre estoy arregladita porque a él le encanta. Cuando no me -arreglo, ¡chacha! me entra tremendo sentimiento de culpa.
Cuando mi pelo quinqui empieza a asomarse, me lo señala y me dice, mamita, ya te toca el alisado… y de las canas, ni hablar. Una vez me lastimé el talón de Aquiles, cosa que me impedía hacer ejercicios y el pobre me sentencio: “ahora vas a engordar”. La última vez que nos dejamos, me lloró tanto y tanto, que decidí tener una conversación con él, entonces- entre sollozosme dijo: “que yo le hago mucha falta, que está muy acostumbrado a mí y que a pesar de que yo no le gusto físicamente, le encanta mi personalidad”. De seguro que cuando este tipo se muera, la novia le guardará luto vestidita de negro como establecen algunas tradiciones y no dudo que le llore y le diga: “te fuiste y no me esperaste, llévame contigo, tan bueno que era”. Sí, porque por alguna razón, cuando el muerto estira la pata comienza a recibir un desborde de atributos y cualidades que nunca tuvo, como: tan grande que lo tenía, aunque lo haya tenido del tamaño del dedo meñique, tan buen amante que era, aunque cada vez que fornicaban ella se limara las unas porque no la satisfacía. Igualmente podrá contratar a las lloronas para que por medio de sus llantos, gritos, y alones de pelo; lo limpien de todos los pecados y pueda alcanzar, así, la vida eterna.

El maltrato físico, sexual, o psicológico, es más común de lo que imaginamos. Muchas veces nos enamoramos de la idealización, que de acuerdo a la psicología de Freud, no es otra cosa que “el proceso de engrandecer y resaltar a un sujeto psíquicamente”, como consecuencia de baja autoestima. Recuerdo que la primera vez que yo visité Texas -por allá por los años 80, crucé la frontera hacia Méjico en transportación pública, hasta llegar a Monterey. De regreso, venía conversando con la vecina del asiento del lado, una mejicana cuyo destino final -sería visitar a su hermano en California. Por el camino, hablamos de temas diversos que incluían su matrimonio con un hombre extremadamente machista al que le tenía que quitar las botas y las medias (o calcetines) siempre que regresaba del trabajo y, al cual le tenía que tener comidita calientita, porque de lo contario corría el riesgo de recibir insultos y hasta golpes. Yo le hablé del libro Carta a un niño que nunca nació de Oriana Fallacci, que recién había leído. Le mencioné que en este libro, la escritora habla de las diferencias entre los niños y las niñas desde el punto de vista social y las expectativas que se tiene de cada uno de los sexos. A ella le interesó mucho leerlo y yo prometí enviárselo por correo y así lo hice. Al cabo de unos meses, recibí una carta de su parte en la que me daba las gracias por el libro, y me decía -que lo encontró sumamente directo y en acorde con su propia realidad y que estaba gestionando su divorcio. ¡Qué bueno son los libros!.

Las mujeres podríamos también experimentar acoso a nivel laboral. No fue hasta principio de los 90’s o en el 1992- para ser exactos- que la ONU, o la Organización de las Naciones Unidas, redactó una guía sobre el acoso laboral, a raíz de las acusaciones de acoso sexual -que hiciera la abogada Anita Hill al Juez del Tribunal Supremo -Clarence Thomas- durante su proceso de confirmación. El Senado pensó que ella mentía y el susodicho fue confirmado. Sin embargo, gracias a esa controversia- se empezaron a establecer leyes laborales que nos cobijan del acoso laboral en los Estados Unidos y sus territorios. 

De acuerdo a la Organización Mundial de Salud, la violencia contra la mujer, sobre todo, la perpetrada por su pareja y el abuso sexual, constituyen un problema de salud pública y es una violación de los derechos humanos. Las estadísticas indican, que una de cada tres mujeres a nivel mundial o un 35% ha experimentado abuso físico o sexual de parte de sus parejas, o en la calle, o sus lugares de empleo. Un 38% de los asesinatos de mujeres a nivel mundial- son cometidos por su pareja. La violencia en contra de las mujeres alcanza niveles de pandemia y esto, sin duda, requiere atenderse y combatirse. 

No confundamos el machismo, el sexismo, ni el abuso por amor. Llegó el momento de crear un nivel de conciencia tal -que nos permita hasta evaluar el contenido de las canciones que tatareamos y examinar si están cargadas de violencia y o machismo para dejar de cantarlas. Como aquella que dice: “si te cojo coqueteándole a otro, un piñazo en el ojo te voy a dar, o tenme la ropa limpia, el pantalón, estrégalo, estrégalo. Y mucho menos cantemos esa que dice: “que lo malo fue tan bueno que podría repetirse“.

2 comentarios:

  1. Excelente ensayo Mayra! Feliciaddes! Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Muy interesante, lamentablemente es parte de la realidad de todos los dias y un asunto que las redes sociales y los medios muchas veces se encargan de silenciar, justificar, minimizar, o peor aun legitimar. La mujer en el mundo entero es victima de todo tipo de violencia y la psicologica es una de las que mas abunda y menos se habla. Creo que la literatura es una via importante para expresarnos y hacernos sentir.Ojala podamos cambiar las reglas del juego para bien de todos y que nuestros hijos y nietos hereden un mundo mejor.

    ResponderEliminar