lunes, 17 de octubre de 2016

Lord Snobbs Von Auschwitz o el flaco Alsina, por Whigman Montoya Deler, Santiago de Cuba, Cuba.

Lord  Snobbs  Von Auschwitz  o el flaco Alsina.

La ciudad costera de Manzanillo en el oriente cubano fue en sus tiempos de gloria un paraíso pero lo que menos pensé fue que al visitarla  por primera vez en  2003, estaría destruida como la mayoría de las ciudades de Cuba  y sobre todo que dentro de tantas ruinas viviera un personaje tan enigmático como el amigo Juan Alsina autonombrado  Lord  Snobbs  Von Auschwitz  porque si algo tiene este caro amigo es un alto nivel de sublimidad.




Su casa, antigua y  al borde del desplome fue bautizada por él como la mansión chinchín y es que cuando llueve se un inunda por todas partes y aunque en el baño no tiene una ducha como Dios manda sino un simple tubo por donde sale el agua,  además de los tantos orificios por donde entra la lluvia, él insiste en que te puedes bañar en una ducha ecológica y que esta agua es la mejor de todas: llena de minerales y que es buena para el pelo y la piel. Y es que nada de lo que pasa relacionado a estas entradas de agua él se lo tomaba  de mala gana ni se molestaba,  simplemente se limitaba  a esperar que terminara de llover y nos invitaba a que  como mismo había llegado la bendición del agua, la sacáramos; que para ello ya tenía  preparado varios haraganes que esos  si no faltaban en su casa.

Recuerdo que nos recibió con arroz hindú que ni era hindú  ni era arroz simplemente fideos picados bien pequeños que simulaban arroz, su cocina estaba llena de pomos etiquetados por él mismo con nombres de especias locales y pomos de aceitunas según él súper caras, pomos  de aceitunas con su etiqueta verdadera,  y es que Alsina al enfrentarse a una realidad tan cruel creaba magia como para alegrarse la vida. Las aceitunas no eran otra cosa que ciruelas cubanas verdes avinagradas por él y etiquetadas como españolas.
Lo recuerdo preparándonos las “croquetas tibetanas”  sacadas de no sé qué receta milenaria  dejada quizás por vidas anteriores como pequeñas reminiscencias en su mente o simplemente como parte de su imaginario culinario.

Nuestro nuevo amigo no sólo estaba necesitado como la mayoría de los cubanos de comida, sino de la belleza,  de un estilo de  vida lleno de grandiosidad del que carecía en su modesta casa; sin embargo la decoración de aquella guarida era única, cautivadora y subyugante: cuadros de pintores locales que nadie conoce, esculturas macabras hechas por él, y por supuesto sus muchos libros y discos de rock gótico aunque no tenía en aquel momento donde oírlos.
Hasta las maderas que fungían como sostén al techo de uno de los cuartos eran consideras por él columnas dóricas traídas directamente desde Grecia. 
Sus tazas de simple cerámica de mala calidad se convertían a la hora del té, como si fuéramos ingleses, en porcelana de Sèvres y nos exigía absoluto cuidado con ellas que habían costado mucho dinero y que habían pertenecido a la familia Loynaz del Castillo.  Nuestro amigo bebía algunas veces un agua con azúcar a falta de cualquier jugo de fruta, pero eso sí, en su copa de bacará.
-        agua con azúcar pero en copa fina  -decía.

Lord  Snobbs  Von Auschwitz  hacía gala de sus joyas y lencería de lujo digno de un aristócrata inglés caribeño.

Tampoco tenía refrigerador el lord del Caribe, pero sus vecinos lo abastecían de hielo recién sacados de sus congeladores y  él llegaba a casa diciéndonos que venía con el mejor hielo puro de los glaciares de la Patagonia Argentina. 
Ir al jardín en el patio de su casa era no poder escapar de una explicación de las plantas exóticas traídas de lugares remotos de todos continentes: que si las orquídeas japonesas…, que si la rosa del desierto…  y hablando de desierto ¡qué decir del calor que se pasaba en aquella casa en pleno verano cubano! y con un solo ventilador que nos donaba amablemente.

 - Por cuanto en la vida en un país desarrollado yo tomaría una sauna gratis, tengo que aprovechar - decía al reprocharle por verlo sudando la gota gruesa.
Su buen humor, su amor por los amigos y su manera de ver la vida ¡lo hacía alguien tan especial! Seguimos visitándolo entre el 2004 y el 2006. Cada verano nos guardaba un ejemplar de la revista que él mismo hacía a mano con recortes de otras revistas poemas y cuentos escritos a mano y de su autoría; historias y chismes de la urbe y noticias culturales internacionales de actualidad que ni en la capital de la isla sabían;  porque si algo amaba el flaco Alsina  era recibir semanalmente  veintenas de cartas y sobres de varias partes del mundo con las últimas noticias sobre el rock o cualquier manifestación del arte.
Después de 8 años en el 2014 volvimos a visitarlo, la mansión seguía llamándose la mansión chinchín y aún podíamos usar la ducha ecológica y sentir llover adentro; cerca del baño, la humedad había llenado de musgo y cualquier tipo de manchas la pared del comedor, él insistía que era un mural surrealista  hecho por la mano del espíritu de Joan Miró.

El patio conoció otras plantas del lejano mundo y  Alsina ya tenía  hielo directo de su congelador aunque aseguraba que no había  perdido  el hábito de encargar a altos precios el hielo de la Patagonia argentina.

-        ¡En algo tengo que gastar el dinero no!  

     Nuestro lord  ya tenía  donde oír sus discos de rock gótico y sobre todo publicó su primer libro de cuentos que para asombro de todos  su autor se llamaba Juan Manuel Alsina Milanés y no Lord Snobbs Von Auschwitz.
  
  Él es la resurrección y la mezcla del barroco caribeño con el gótico y el surrealismo, pero sobre todo un cubano humilde que sueña  y recrea un mundo que no puede tener.


    Whigman Montoya Deler, Santiago de Cuba, Cuba.


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