lunes, 15 de agosto de 2016

Sobre los Cronopios y no tanto de las Famas, por Nancy Bonsembiante (Argentina).

Este escrito no pretende ser un ensayo sobre el libro “Historia de Cronopios y Famas” del escritor argentino Julio Cortázar, ni tampoco una apoteosis del grupo por sus 4 años de aniversario, es tan solo una reflexión que incluye pasajes del famoso libro y que pretende comprender si se quiere el porqué y el origen de nuestro nombre. Es interesante que los 

Cronopios como personajes, recién de desarrollen en la última parte del texto y de una manera tan escandalosamente escueta que lleva varias historias comprender a estos seres tan inimaginables y a la vez tan llenos de vida. Una de las primeras descripciones que da el autor sobre estos personajes dice:
“los cronopios (esos verdes, erizados, húmedos objetos)”

Cuando leí este pasaje quedé perpleja y supuse que todos los que pertenecemos a este grupo quedaríamos consternados frente a esta descripción, sin embargo después comprendí que ser un “Cronopio” no tiene nada que ver con la belleza en sí, sino con esa imaginación que no puede dejar fuera lo horripilante, porque sino sería imposible hacer literatura. Cada primer sábado del mes nos exponemos a lecturas en las que algunas veces se nos eriza la piel, se humedecen nuestros ojos, y nos transportamos a realidades de los más diversos colores. Ser un Cronopio es salirse de la comodidad de lo conocido para explorar lo contradictorio también.

En otra de las historias de este libro Cortázar define de esta manera a los seres que nos incumben: “el corazón bondadoso del cronopio”. Esta frase me llegó profundamente al corazón porque desde el primer día que llegué me sentí bienvenida, parte del clan, unida a tantas mentes brillantes y lúcidas, siendo Marta ese primer y sublime Cronopio que nos dio vida, así como Cortazar en su libro, pero me atrevería a decir que nos brindó aun más intensidad e infinitud.

Al continuar leyendo comprendí que el autor quiso darles a los cronopios un halo de melancolía y fracaso: “A la salida del Luna Park un cronopio advierte que su reloj atrasa, que su reloj atrasa, que su reloj. Tristeza del cronopio frente a una multitud de famas.” Los Cronopios nos hemos expandido en número, llegamos a las redes sociales y conseguimos miles de seguidores, pero seguimos siendo anónimos en un mundo donde la fama se valora muchísimo más que el talento, sin embargo en la incógnita de nuestra existencia atemporal hemos logrado ser felices.

Hoy el grupo celebra sus 4 años, tiempo insólito teniendo en cuenta que en el país más capitalista del mundo, no se cobra ni un centavo por pertener a esta asociación. Es que los Cronopios, como los define su creador, no nos desanimamos por nimiedades, sabemos que el fracaso es parte de la vida, que a todos les ocurre, por eso lo seguimos intentando en este maravilloso viaje que es la escritura creativa y el placer de adentrarnos en lo estéticamente elevado. A propósito de esto señala Cortázar: “Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: «La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad.» Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios”.

A los escritores nos fascina jugar con los recuerdos, revivirlos, recrearlos, hacer de ellos una masa informe, irreconocible, que nos permita eternizarlos a nuestro modo, después de todo en el desorden de las memorias yace el talento de nuestra escritura: “Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos”.

Creo que Cortázar nos intuía de alguna manera, me gusta pensarlo así aunque suene ostentoso, sino ¿cómo se explica que nos describa como desordenados y ruidosos? “Las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios.” Por eso gracias Roberto por habernos encontrado este espacio, en donde el bullicio no alcanza a los vecinos y se extiende hasta altas horas de la noche.

Y no podía olvidar la música siempre presente en nuestras reuniones, ¿qué artista no busca juntarse con otros artistas independientemente de la disciplina a la que nos dediquemos?: “Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.” Doy fe que algunas de estas cosas me han sucedido al dejar llevarme por el melodioso ritmo de Elefante Blanco, esos Cronopios musicales que nos hipnotizan con su cadencia Latina.


Y llegando al final no podía dejar fuera el humor y el sarcasmo que tanto identifica a nuestro grupo por eso incluyo este pasaje de Cortázar, el cual estoy segura hará reír a muchos y recordar anécdotas pasadas: “Un cronopio se hizo una casa y siguiendo la costumbre puso en el porche diversas baldosas que compró o hizo fabricar. Las baldosas estaban colocadas de manera que se las pudiera leer en orden. La primera decía: Bienvenidos los que llegan a este hogar. La segunda decía: La casa es chica, pero el corazón es grande. La tercera decía: La presencia del huésped es suave como el césped. La cuarta decía: Somos pobres de verdad, pero no de voluntad. La quinta decía: Este cartel anula todos los anteriores. Rajá, perro.

miércoles, 10 de agosto de 2016

La verdadera historia de este Cronopio, por Mayra Sorondo (Puerto Rico)

Había una vez una niña de 13 años, nacida en Medellín, Colombia que se emocionaba cada vez que su maestra de literatura, Ruth Cecilia Arias, iniciaba su clase con una lectura de Cronopios, Famas y