jueves, 27 de diciembre de 2018

Nueva tarde en Guayabal - Por Nestor Lepe (Chile)



Una vez me hice grande, dejé mi pueblo, mis amigos y calles; así salí a descubrir el fruto que dan los años que se tejen en cada sueño… un día crecí por los pasajes de mi colonia, contemplando las ventanas, los balcones y esquinas donde jugaba… yo vuelvo a casa cada vez que recuerdo; cierro los ojos y aún veo los caminos de tierra, los árboles que adornan los pasos que doy camino a la única plaza. Cierro los ojos y puedo leer las emocionadas miradas…cuanta falta hacen las veredas de tantas palabras y esas manos que veía de niña, desde una antigua casa de barro…Guayabal era mi pueblo…y mientras lo recorro frágil e indeleble con mi silueta fantasmal, en uno de los cuartos me encuentro…soy yo, solitaria y volcada a los quehaceres de casa y entre juegos y deberes veo a mi abuela que hace el pan de cada día con sus manos partidas de tanto fuego y alegría; siento el calor de mi tío querido, respiro todo aquel aire inigualable…y al fin siento que vuelvo al amor que dejo esa vida, que tan solo era mía... 

Así como yo era en mi infancia, soy cada vez que puedo leer las miradas, los balcones, las ventanas…pronto tal vez sabré desde el cielo otros cuentos de calles no encementadas… pero un día crecí…¡oíme pueblo! enredada en la esperanza, conversando con tu alborada y madurando con el canto de aves en tus ramas…será por esto que me enojo al pensar que tus calles ya no son de tierra y que ya no tendrás polvo que el viento en mi pelo sostenga… que no habrá tanto perro que ladre y solo el recuerdo estará en una desolada y nueva tarde.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Cali mi Ciudad - Por Doris Nino (Colombia)



Cali es la tercera ciudad más grande de Colombia.

Localizada al suroccidente del país, entre las cordilleras central, occidental, y el océano pacifico. En un valle rodeado por montañas, capital del departamento del Valle del Cauca. Conocida también con los nombres de la sultana del valle, la capital de la salsa y coloquialmente, como la sucursal del cielo.

Antes de llegar los españoles, era habitada por las tribus: Morrones, Quimbaya, Jamundí e Incas. Luego de la conquista, y siguiendo lo que ellos creían sería la ruta del Dorado, se internaron a este territorio y fundarían lo que es hoy: el segundo puerto del país.

El puerto de buenaventura, punto clave para que ellos desembarcaran sus cargamentos inhumanos de esclavos africanos y llevarse las arcas de las riquezas expropiadas, como también para sembrar las plantaciones de comida y caña de azúcar.

Después de la segunda guerra mundial llegaron los judíos e italianos huyendo del demonio de Hitler, se mezclaron con los lugareños y adoptaron nombres cristianos para disimular su identidad.
Entre los mas notables. George Henry Isaac, padre del escritor caleño Jorge Isaac, autor de la famosa novela, María en 1867.

James Martin Eder y Pio Rengifo. Que, al ver la riqueza de sus suelos y potencial de la caña de azúcar, comprarían la hacienda la Manuelita en una subasta pública, que daría el inicio del imperio Manuelita.

La Manuelita, es una gran empresa azucarera y otros. Ubicada en Palmira un pueblo a 19 millas de Cali, que cuenta con un bello histórico parque museo, con sus trapiches antiguos originales, donde se aprecia, como a los esclavos los motivaban con trapiches, simulando la pelvis femenina, para que pasaran, horas infernales moliendo caña, en estos trapiches movidos a mano. Hoy día es la refinería más grande de sur América, con sedes en Perú, Brasil, Chile y exporta a 65 países.

En una noche de 1965, la sucursal del cielo, se tornó en el infierno por un trágico acontecimiento que quedaría en su historia, ocho calles a su redonda, continuos a la estación del ferrocarril, desaparecerían, bajo la potente detonación de 42 toneladas de dinamita. Llenando de muerte y desconcierto a sus dormidos habitantes, donde se despertaron sobre pilas de cadáveres, ambiente envenenado y un olor a carne quemada, humo y hollín. Como también el recuerdo de Nagasaki, más de 1.000 muertos y 4.000 heridos.

Cali es una bonita ciudad, caliente, con gente alegre, vestida de arco iris y bulliciosa. Con grandes palmeras y tres ríos que la atraviesan. El principal, el rio Cali que cruza el centro de la ciudad. También se encuentra una gran variedad de aves del país, más de 500 especies que revoletean sus cielos, debido a su privilegiada posición geográfica.

¡Mira ve,  Ven a Cali!. A comer chontaduro maduro, a refrescarte con una lulada, un rico cholado o un champuz en la novena. Y si a las 3 te da hambre, Párate ve, pica alguito. Ve a azotar baldosa en la sexta, y no se me atembe por la quinta. ¡Ojo y vista que puede haber chumbimba y si pasa algo! ¡Abeja! Abrase. echa gafa por la ermita, y si vas a la feria con el zumbambico, pilas. ¡Suerte parce!


¡Cali es Cali, lo demás es loma!

miércoles, 14 de noviembre de 2018

¡Oh! Bogotá de mis amores - José Luis Quintero (Colombia)



La mnemotecnia es una cosa maravillosa. Por ejemplo, este clima me acuerda a mi ciudad de origen: la terrible, alta y lluviosa Bogotá. ¡Oh! queridísima ciudad de zorreros y de buses ejecutivos llenos de gentecita apretujada, de vendedores ambulantes de todo tipo, de saltimbanquis en los semáforos, de raponeros de carteras y aretes. ¡Oh! mi queridísima Bogotá cuanto extraño tus montañas, tu caos vehicular, tus noches gélidas y tus parques con tus policías en cuatrimoto persiguiendo muchachos que sólo quiere fumarse un porrito en paz. Tus habitantes de calle con carritos de balineras y con sus pipas hechizas para fumar un sustico. La mnemotecnia me lleva a recordar todas esas tardes y noches que pasé en el humedal córdoba con todos mis compinches fumando y tomando vino en caja de cartón y con pitillo y en nuestra locura nos reconectábamos con los muiscas que alguna vez habitaron esas praderas. También están presente en mi mente las putas de la décima y los travestis de la 22 al lado de la surtidora de aves y el periquito que se compra en la 66 con Caracas y de la viejita de la 85 arribita de la 15 que debajo de su falda indígena tiene y da el paquetico de 10 mil pesitos. Ciudad aterradora y voraz en donde si no te avispas te come vivo. Y esas, ahora lejanas, noches donde caminaba por toda la carrera séptima, pasando por chapinero y en el parque de los hipies se hace una parada técnica para reabastecerse de baretica y moscato y se sigue el camino para el norte sin pasaporte. ¡Oh! Bogotá de mis amores, de mis desgracias, de noches lujuriosas en donde, entre el guaro, el perico y el Mustang azul, se me fue la juventud y las neuronas. ¡Oh! ciudad consumidora, corrupta, olorosa, me quiero sumergir en tu putrefacto y cristalino rio y así fusionarme con tu porquería y poder decir que soy rolo, cachaco y orgullosamente Bogotano.