miércoles, 31 de mayo de 2017

Tres Poemas de Dominique Pivot (Bélgica-México)

Poemas de su libro “Ébano al rojo blanco”


Excisión

                                                                              Para Daniel Ouattara

Recuerdo todavía
madre
cáliz de mi genitor
tu ruego para mi complicidad
Aun duele la mañana
cuando ingenua confié en el sendero
que lleva directamente al barrio vecino
                                   donde vive La Cortadora
Obsesión sangrienta
mi dolor que derramo tanto tiempo
el brote de un cuerpo de niña
insoportable llaga de mi sexo
que no conocerá el libre escurrir
Las otras madres formaban una bahía
por lo que grité y aullé a ningún salvador
Mañana o más tarde
¿Quién volverá a mutilarme?



Cáncer

                                                                                    A Pepiv   

Quiero quebrar la computadora
para confiarle un último despecho.
La pesadilla ahorca a mi perro
y lo cubro de llantos
en mi tristeza zopilote
-demonio sin Dios maquillador.
Para sentir
exijo
a pedazos de Mármol/hierro
una decisión que flamee los tormentos cerebrales y cerberales
del te amo-te detesto.
Tu carroza arranca las ultimas (in)certidumbres de nuestro camino
y mi filoso huíngaro arrebata tus riendas-culebras.
El tajo final será para la risa-mueca
en ausencia.




Devaneo

Un viento
desvalida la levedad
y viola nuestro vals
mientras
violenta se avilanta
el ave en alas viudas

y vuela veloz con viso en vilo.



jueves, 11 de mayo de 2017

Memorias por Doris Nino, Colombia.



La suerte ya estaba echada… Adiós a la rutina, a vivir hasta el máximo la adrenalina, el infierno de la guerra y lo desconocido de ella.

Houston, Frankfurt.

Desembarcamos y allí estaba ese roble cara dura de acento ruso.  Tenía un solo ojo y un parche negro como pirata antiguo, seria nuestro guía y chofer. Sacamos de nuestro equipaje casco y chaleco anti balas y luego de colocarlos sobre nuestros cuerpos soñolientos y cansados, saltaríamos a uno de los carros escolta del “convoy”.

El convoy surcó aquel pueblo y en la distancia se veían juegos pirotécnicos y el grito de las metrallas, quebrando el silencio de aquel fantasmal pueblo en un rincón de Uzbekistán.

Cuántos kilómetros recorridos.  No lo sabíamos,  pues la noción del tiempo se había esfumado y la aurora nos llevó a aquel mercado con dromedarios y camellos, cachivaches, hombres en túnicas y bultos cubiertos por ropajes negros, que ni sus ojos se podían ver, Burkas, supimos después que se llamaban.

Debajo, frágiles y regordetes cuerpos utilizados para procreación, pues el placer es denegado, entre otras mil cosas prohibidas para aquellas hijas de Dios o Alá. No hechas a semejanza, para aquellos barbaros retrógrados, estacionados en miles de años y atrasados en la civilización. Producto quizás de su atraso,  de la ambición capitalista disimulada de izquierda.

Mirando tras el vidrio analizaba mi alrededor.  Hasta que las maldiciones y gritos del chofer me devolvieron a la realidad.  Estábamos siendo rodeados por aquella mara, que no nos miraba nada amigable.  El pirata pedía instrucciones por el radio para poder reencontrar el convoy,  pues se había desviado por instrucciones anteriores.


El grito llego y fue certero, “no te detengas, si tienes que pasar por encima de la multitud, pasa rápido” y las ruedas chillaron y el camino se abrió. A estampida nos alejamos de aquel sitio, que daría nuestro primer susto, hasta llegar a aquel aeropuerto también fantasmal, rodeado de tropa.  Allí, en la mitad de la pista esta un C17, de helices de los más viejos y al verlo no pude más que exclamar “Mierda,  ¿Y eso vuela?” A lo que mis compañeros respondieron con una sonora carcajada.  Sería el que nos llevaría a Bagram, la base principal en Afganistán, el país más pobre del mundo y la ironía de aquel país muy rico.  Atrasado en los miles de años desbastado por sus guerras he invasiones, producto de la ambición capitalista de la riqueza de sus suelos.