lunes, 28 de noviembre de 2016

Encuentro entre líneas paralelas, por Elizabeth Calvo (Cuba)

Hacía tiempo que no nos cruzábamos, y bueno esta mañana me sorprendió. Ya lo había hecho otras veces… Que inesperadamente me regala una caricia de esas, de esas que sientes desde tu mundo interno, de esas que vienen desde otros años, de experiencias ricas de emociones, de esas mismas que te erizan sin un roce. Pues bien, Yo iba para el trabajo y en eso, en medio del tráfico, sin aviso previo,se apareció, se me cruzó en la vía, y yo eufórica, abro la ventanilla de mi carro, y le grito: ¡Hola! y él sigue ante mi sin decir nada, continuó su paso rítmico y acelerado. Y allí quedo yo, inefablemente sorprendida, excitada y feliz de verlo y esperando como siempre una señal de atención…. Pero nada…. Entonces, desde allí donde estaba casi echando raíces, me dedique a contar sus arañazos, sus canas, todo ese tiempo que lleva encima, la presencia de tanto manoseo en todo su cuerpo, los efectos de la erosión y el salitre de tantas despedidas, las huellas de otras personas, las consecuencias de tantas cargas. Y al cabo de unos minutos, cuando yo ni lo esperaba, me contestó, como siempre, con ese saludo que no es un “Hola” consecuente, que no es un ¿Cómo estás?, pero igual yo entendí ese sonido vibrante, palpitante y conmovedor que reconozco desde hace tanto tiempo y que decidí entender siempre, porque hay una magia entre nosotros. Y él continuó, sin mirar atrás. Allí quede yo, mirando, recordando y soñando despierta otra vez. Sé que todas las veces que nos hemos visto ha ocurrido casi lo mismo y aun así lo sigo queriendo. Entonces, cuando paso el último vagón, supe que, aunque siempre nos vemos de la misma manera hay un sentimiento eterno.

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