jueves, 8 de junio de 2017

Relatos Breves, Rosario Allpas (Perú)





Sentimientos

En ese momento estalló el matraz de vidrio como una frágil pompa de jabón y ya no pude seguir con mis deberes de química. Era la cuarta vez que abortaba el experimento, me sentí frustrada. Es que era casi imposible esconder los sentimientos de pesadumbre después de la muerte de la abuela. Quedó el aire enrarecido y nosotros seguimos respirando confundidos esa incapacidad de cambiar los acontecimientos. La habíamos amado tanto…


Muñecas

Apenas ella nació, su padre miró al dueño de la hacienda, asintiendo. Pasaron trece años, y aún cuando ella jugaba con muñecas fue obligada a desligarse de su familia para cumplir con el compromiso pactado. Tuvo catorce hijos, siete varones y siete niñas. 

Transcurrieron cuarenta años y, cuando murió su marido, ella se atrevió a abrir el cajón donde estaban sus muñecas y llorando les dijo cuánto las había extrañado.


Cosas eternas

Rompí el antiguo jarrón de porcelana china de mi abuela y con él se quebró mi tranquilidad para siempre.


Decisión

Él estaba tranquilamente sentado mientras ella le apuntaba con una pistola. Le había pedido que apretara el gatillo porque la vida ya no tenía sentido: estaba atrapado en una silla de ruedas y sentía el dolor carcomiéndole el alma cada segundo. Ya lo habían hablado desde que se casaron, augurando quizás un futuro semejante para cualquiera de los dos. Pero, a él le tocó estar en el banquillo y a ella ser el verdugo.

—No puedo —le dijo ella bajando el arma.

Estaba temblando, tuvo el valor de apuntar a la sien de su marido, pero de pronto sintió un amor infinito, compasión, ternura, miedo, cobardía y…, no pudo gatillar.

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