miércoles, 14 de noviembre de 2018

¡Oh! Bogotá de mis amores - José Luis Quintero (Colombia)



La mnemotecnia es una cosa maravillosa. Por ejemplo, este clima me acuerda a mi ciudad de origen: la terrible, alta y lluviosa Bogotá. ¡Oh! queridísima ciudad de zorreros y de buses ejecutivos llenos de gentecita apretujada, de vendedores ambulantes de todo tipo, de saltimbanquis en los semáforos, de raponeros de carteras y aretes. ¡Oh! mi queridísima Bogotá cuanto extraño tus montañas, tu caos vehicular, tus noches gélidas y tus parques con tus policías en cuatrimoto persiguiendo muchachos que sólo quiere fumarse un porrito en paz. Tus habitantes de calle con carritos de balineras y con sus pipas hechizas para fumar un sustico. La mnemotecnia me lleva a recordar todas esas tardes y noches que pasé en el humedal córdoba con todos mis compinches fumando y tomando vino en caja de cartón y con pitillo y en nuestra locura nos reconectábamos con los muiscas que alguna vez habitaron esas praderas. También están presente en mi mente las putas de la décima y los travestis de la 22 al lado de la surtidora de aves y el periquito que se compra en la 66 con Caracas y de la viejita de la 85 arribita de la 15 que debajo de su falda indígena tiene y da el paquetico de 10 mil pesitos. Ciudad aterradora y voraz en donde si no te avispas te come vivo. Y esas, ahora lejanas, noches donde caminaba por toda la carrera séptima, pasando por chapinero y en el parque de los hipies se hace una parada técnica para reabastecerse de baretica y moscato y se sigue el camino para el norte sin pasaporte. ¡Oh! Bogotá de mis amores, de mis desgracias, de noches lujuriosas en donde, entre el guaro, el perico y el Mustang azul, se me fue la juventud y las neuronas. ¡Oh! ciudad consumidora, corrupta, olorosa, me quiero sumergir en tu putrefacto y cristalino rio y así fusionarme con tu porquería y poder decir que soy rolo, cachaco y orgullosamente Bogotano.

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