Según la ciencia, la función del
corazón es bombear sangre a nuestro cuerpo. El corazón envía la sangre primero
a los pulmones para que se oxigene, de ahí regresa al corazón quien la recibe con
las arterias abiertas y éste la lanza a hacer un recorrido por cada célula de nuestro
organismo. Después de que la sangre migra por cada recoveco de nuestro ente
humano, regresa al corazón y así se repite ese círculo vicioso una y otra vez. Si
por un lado se ha dicho que “sin tetas no
hay paraíso”, sin corazón no hay vida.
Ahora bien, si esa es la función
vital del corazón ¿Por qué nos jode tanto la vida? De acuerdo a los científicos, un descontrol de las emociones
podría provocarle una sobrecarga a este órgano, causándole arritmias,
palpitaciones, infartos, presión alta y dolor de pecho. Pero, no son de esas
dolamas de las que quiero hablar, yo quiero explorar el por qué se han
compuesto temas musicales como: tengo el
corazón hecho pedazos, no me vuelvo a
enamorar, corazón partido, entre
otros. También quiero entender por qué si el corazón se utiliza como símbolo
del enamoramiento – dibujan a cupido con una flecha que lo atraviesa, como
advirtiéndonos ¡peligro!, ¡conflicto! – y anticipándonos que esa emoción
llamada amor no será dulce siempre, sino agridulce y que por lo tanto, nos
complicará la existencia… Entonces me remonto a Eros como se conoce a cupido en
la antigua Grecia, hijo de Afrodita, la diosa del amor y al cupido que para los
romanos era el dios del amor, hijo de Venus y de Marte, el dios de la guerra y
reconozco que nuestra vida transita entre esa dualidad de amor y guerra.
¿Pero cómo es que se afecta el
corazón desde la emoción? Existe una complicidad entre el corazón y el cerebro.
Estos dos órganos no pueden vivir el uno sin el otro. Esa interacción
simbiótica entre ellos permite un intercambio de fluidos y señales nerviosas
que transmiten mensajes de sensaciones y estados de ánimo. Por ejemplo, el
cerebro podría emitirle la señal al corazón de aumentar los latidos cuando nos
visita la alegría, la tristeza, el enojo, la depresión, la hostilidad, el susto
o el miedo. Hasta se secretean si el estómago siente maripositas.
En mi caso funciona más el hemisferio
derecho del cerebro que es donde se ubican la percepción, lo emocional, donde
está la facultad para expresar y captar emociones, lo no verbal, la intuición,
la parte que reconoce olores, voces y melodías; donde nacen la creatividad y la
capacidad de enamorarse. Esa parte del cerebro que me lleva a escuchar esa canción
de los panchos que dice: “pero yo te diré
que yo me enamore de esos tus lindos ojos y esos labios rojos que no
olvidaré, oye esta canción que lleva
alma, corazón y vida, alma para conquistarte, corazón para quererte y vida para
vivirla junto a ti” o aquella que dice “la
conciencia me dice que no la debo querer y el corazón me grita que si debo”.
Yo no sé ustedes, pero yo seguiré siendo
una enamorada empedernida.
"Para mi corazón basta tu pecho,
ResponderEliminarpara tu libertad bastan mis alas . . ."
Pablo Neruda
Poema número 12
"20 poemas de amor y una canción desesperada"