Este escrito no pretende
ser un ensayo sobre el libro “Historia de Cronopios y Famas” del escritor argentino
Julio Cortázar, ni tampoco una apoteosis del grupo por sus 4 años de
aniversario, es tan solo una reflexión que incluye pasajes del famoso libro y
que pretende comprender si se quiere el porqué y el origen de nuestro nombre. Es
interesante que los
Cronopios como personajes, recién de desarrollen en la
última parte del texto y de una manera tan escandalosamente escueta que lleva
varias historias comprender a estos seres tan inimaginables y a la vez tan
llenos de vida. Una de las primeras descripciones que da el autor sobre estos
personajes dice:
“los cronopios (esos
verdes, erizados, húmedos objetos)”
Cuando
leí este pasaje quedé perpleja y supuse que todos los que pertenecemos a este
grupo quedaríamos consternados frente a esta descripción, sin embargo después
comprendí que ser un “Cronopio” no tiene nada que ver con la belleza en sí,
sino con esa imaginación que no puede dejar fuera lo horripilante, porque sino
sería imposible hacer literatura. Cada primer sábado del mes nos exponemos a
lecturas en las que algunas veces se nos eriza la piel, se humedecen nuestros
ojos, y nos transportamos a realidades de los más diversos colores. Ser un
Cronopio es salirse de la comodidad de lo conocido para explorar lo contradictorio
también.
En
otra de las historias de este libro Cortázar define de esta manera a los seres
que nos incumben: “el corazón bondadoso del cronopio”. Esta frase me llegó
profundamente al corazón porque desde el primer día que llegué me sentí bienvenida, parte del clan, unida a tantas
mentes brillantes y lúcidas, siendo Marta ese primer y sublime Cronopio que nos
dio vida, así como Cortazar en su libro, pero me atrevería a decir que nos
brindó aun más intensidad e infinitud.
Al
continuar leyendo comprendí que el autor quiso darles a los cronopios un halo
de melancolía y fracaso: “A la salida del Luna Park un cronopio advierte que su
reloj atrasa, que su reloj atrasa, que su reloj. Tristeza del cronopio frente a
una multitud de famas.” Los Cronopios nos hemos expandido en número, llegamos a
las redes sociales y conseguimos miles de seguidores, pero seguimos siendo
anónimos en un mundo donde la fama se valora muchísimo más que el talento, sin
embargo en la incógnita de nuestra existencia atemporal hemos logrado ser
felices.
Hoy
el grupo celebra sus 4 años, tiempo insólito teniendo en cuenta que en el país
más capitalista del mundo, no se cobra ni un centavo por pertener a esta
asociación. Es que los Cronopios, como los define su creador, no nos
desanimamos por nimiedades, sabemos que el fracaso es parte de la vida, que a
todos les ocurre, por eso lo seguimos intentando en este maravilloso viaje que
es la escritura creativa y el placer de adentrarnos en lo estéticamente elevado.
A propósito de esto señala Cortázar: “Cuando los cronopios van de viaje,
encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos,
y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios
no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y
a la hora de dormir se dicen unos a otros: «La hermosa ciudad, la hermosísima
ciudad.» Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que
ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como
viajan los cronopios”.
A
los escritores nos fascina jugar con los recuerdos, revivirlos, recrearlos,
hacer de ellos una masa informe, irreconocible, que nos permita eternizarlos a
nuestro modo, después de todo en el desorden de las memorias yace el talento de
nuestra escritura: “Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios,
dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos”.
Creo que Cortázar nos
intuía de alguna manera, me gusta pensarlo así aunque suene ostentoso, sino ¿cómo
se explica que nos describa como desordenados y ruidosos? “Las casas de los
famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay gran
bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios.”
Por eso gracias Roberto por habernos encontrado este espacio, en donde el
bullicio no alcanza a los vecinos y se extiende hasta altas horas de la noche.
Y
no podía olvidar la música siempre presente en nuestras reuniones, ¿qué artista
no busca juntarse con otros artistas independientemente de la disciplina a la
que nos dediquemos?: “Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se
entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y
ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y
hasta la cuenta de los días.” Doy fe que algunas de estas cosas me han sucedido
al dejar llevarme por el melodioso ritmo de Elefante Blanco, esos Cronopios
musicales que nos hipnotizan con su cadencia Latina.
Y
llegando al final no podía dejar fuera el humor y el sarcasmo que tanto
identifica a nuestro grupo por eso incluyo este pasaje de Cortázar, el cual
estoy segura hará reír a muchos y recordar anécdotas pasadas: “Un cronopio se
hizo una casa y siguiendo la costumbre puso en el porche diversas baldosas que
compró o hizo fabricar. Las baldosas estaban colocadas de manera que se las
pudiera leer en orden. La primera decía: Bienvenidos los que llegan a este
hogar. La segunda decía: La casa es chica, pero el corazón es grande. La
tercera decía: La presencia del huésped es suave como el césped. La cuarta
decía: Somos pobres de verdad, pero no de voluntad. La quinta decía: Este
cartel anula todos los anteriores. Rajá, perro.”
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