Lord
Snobbs Von Auschwitz o el flaco Alsina.
La ciudad costera de Manzanillo en el oriente cubano
fue en sus tiempos de gloria un paraíso pero lo que menos pensé fue que al
visitarla por primera vez en 2003, estaría destruida como la mayoría de
las ciudades de Cuba y sobre todo que
dentro de tantas ruinas viviera un personaje tan enigmático como el amigo Juan
Alsina autonombrado Lord Snobbs
Von Auschwitz porque si algo
tiene este caro amigo es un alto nivel de sublimidad.
Su casa, antigua y
al borde del desplome fue bautizada por él como la mansión chinchín y es
que cuando llueve se un inunda por todas partes y aunque en el baño no tiene
una ducha como Dios manda sino un simple tubo por donde sale el agua, además de los tantos orificios por donde
entra la lluvia, él insiste en que te puedes bañar en una ducha ecológica y que
esta agua es la mejor de todas: llena de minerales y que es buena para el pelo
y la piel. Y es que nada de lo que pasa relacionado a estas entradas de agua él
se lo tomaba de mala gana ni se molestaba,
simplemente se limitaba a esperar que terminara de llover y nos invitaba
a que como mismo había llegado la
bendición del agua, la sacáramos; que para ello ya tenía preparado varios haraganes que esos si no faltaban en su casa.
Recuerdo que nos recibió con arroz hindú que ni era hindú ni era arroz simplemente fideos picados bien
pequeños que simulaban arroz, su cocina estaba llena de pomos etiquetados por él
mismo con nombres de especias locales y pomos de aceitunas según él súper
caras, pomos de aceitunas con su
etiqueta verdadera, y es que Alsina al
enfrentarse a una realidad tan cruel creaba magia como para alegrarse la vida.
Las aceitunas no eran otra cosa que ciruelas cubanas verdes avinagradas por él y
etiquetadas como españolas.
Lo recuerdo preparándonos las “croquetas tibetanas” sacadas de no sé qué receta milenaria dejada quizás por vidas anteriores como
pequeñas reminiscencias en su mente o simplemente como parte de su imaginario
culinario.
Nuestro nuevo amigo no sólo estaba necesitado como la
mayoría de los cubanos de comida, sino de la belleza, de un estilo de vida lleno de grandiosidad del que carecía en
su modesta casa; sin embargo la decoración de aquella guarida era única,
cautivadora y subyugante: cuadros de pintores locales que nadie conoce,
esculturas macabras hechas por él, y por supuesto sus muchos libros y discos de
rock gótico aunque no tenía en aquel momento donde oírlos.
Hasta las maderas que fungían como sostén al techo de
uno de los cuartos eran consideras por él columnas dóricas traídas directamente
desde Grecia.
Sus tazas de simple cerámica de mala calidad se
convertían a la hora del té, como si fuéramos ingleses, en porcelana de Sèvres
y nos exigía absoluto cuidado con ellas que habían costado mucho dinero y que
habían pertenecido a la familia Loynaz del Castillo. Nuestro amigo bebía algunas veces un agua con
azúcar a falta de cualquier jugo de fruta, pero eso sí, en su copa de bacará.
-
agua con azúcar pero en copa fina -decía.
Lord
Snobbs Von Auschwitz hacía gala de sus joyas y lencería de lujo
digno de un aristócrata inglés caribeño.
Tampoco tenía refrigerador el lord del Caribe, pero
sus vecinos lo abastecían de hielo recién sacados de sus congeladores y él llegaba a casa diciéndonos que venía con el
mejor hielo puro de los glaciares de la Patagonia Argentina.
Ir al jardín en el patio de su casa era no poder escapar
de una explicación de las plantas exóticas traídas de lugares remotos de todos
continentes: que si las orquídeas japonesas…, que si la rosa del desierto… y hablando de desierto ¡qué decir del calor
que se pasaba en aquella casa en pleno verano cubano! y con un solo ventilador
que nos donaba amablemente.
- Por cuanto en
la vida en un país desarrollado yo tomaría una sauna gratis, tengo que
aprovechar - decía al reprocharle por verlo sudando la gota gruesa.
Su buen humor, su amor por los amigos y su manera de
ver la vida ¡lo hacía alguien tan especial! Seguimos visitándolo entre el 2004
y el 2006. Cada verano nos guardaba un ejemplar de la revista que él mismo
hacía a mano con recortes de otras revistas poemas y cuentos escritos a mano y de
su autoría; historias y chismes de la urbe y noticias culturales
internacionales de actualidad que ni en la capital de la isla sabían; porque si algo amaba el flaco Alsina era recibir semanalmente veintenas de cartas y sobres de varias partes
del mundo con las últimas noticias sobre el rock o cualquier manifestación del
arte.
Después de 8 años en el 2014 volvimos a visitarlo, la
mansión seguía llamándose la mansión chinchín y aún podíamos usar la ducha ecológica
y sentir llover adentro; cerca del baño, la humedad había llenado de musgo y
cualquier tipo de manchas la pared del comedor, él insistía que era un mural
surrealista hecho por la mano del
espíritu de Joan Miró.
El patio conoció otras plantas del lejano mundo y Alsina ya tenía hielo directo de su congelador aunque aseguraba
que no había perdido el hábito de encargar a altos precios el hielo
de la Patagonia argentina.
-
¡En algo tengo que gastar el dinero no!
Nuestro lord ya
tenía donde oír sus discos de rock gótico
y sobre todo publicó su primer libro de cuentos que para asombro de todos su autor se llamaba Juan Manuel Alsina
Milanés y no Lord Snobbs Von Auschwitz.
Él es la resurrección y la mezcla del barroco caribeño
con el gótico y el surrealismo, pero sobre todo un cubano humilde que sueña y recrea un mundo que no puede tener.
Whigman Montoya Deler, Santiago de Cuba, Cuba.
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