Sentimientos
En
ese momento estalló el matraz de vidrio como una frágil pompa de jabón y ya no
pude seguir con mis deberes de química. Era la cuarta vez que abortaba el
experimento, me sentí frustrada. Es que era casi imposible esconder los
sentimientos de pesadumbre después de la muerte de la abuela. Quedó el aire
enrarecido y nosotros seguimos respirando confundidos esa incapacidad de
cambiar los acontecimientos. La habíamos amado tanto…
Muñecas
Apenas
ella nació, su padre miró al dueño de la hacienda, asintiendo. Pasaron trece
años, y aún cuando ella jugaba con muñecas fue obligada a desligarse de su
familia para cumplir con el compromiso pactado. Tuvo catorce hijos, siete
varones y siete niñas.
Transcurrieron
cuarenta años y, cuando murió su marido, ella se atrevió a abrir el
cajón donde estaban sus muñecas y llorando les dijo cuánto las había extrañado.
Cosas eternas
Rompí
el antiguo jarrón de porcelana china de mi abuela y con él se quebró mi
tranquilidad para siempre.
Decisión
Él
estaba tranquilamente sentado mientras ella le apuntaba con una pistola. Le
había pedido que apretara el gatillo porque la vida ya no tenía sentido: estaba
atrapado en una silla de ruedas y sentía el dolor carcomiéndole el alma cada
segundo. Ya lo habían hablado desde que se casaron, augurando quizás un futuro
semejante para cualquiera de los dos. Pero, a él le tocó estar en el banquillo
y a ella ser el verdugo.
—No
puedo —le dijo ella bajando el arma.
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